Gloria Schoemann, Editora de las Mejores Películas del Cine de Oro Mexicano

La prolífica carrera de Gloria Schoemann se construyó con películas de grandes cineastas de la época de oro.

Nacida en México, de joven viajó a Los Ángeles donde trabajó como extra en algunas cintas.​ De vuelta a México en 1935 actuó en “Hombres de Mar” del director Chano Urueta.​ Prosiguió en la industria fílmica, y el primer trabajo de edición que realizó fue en 1942 con “Yo Bailé” con don Porfirio, de Gilberto Martínez Solares.

En 1945 colaboró con el director y surrealista español, Luis Buñuel, en la cinta Gran Casino, protagonizada por Jorge Negrete. Tres años después, trabajaría con la destacable Matilde Landeta, guionista y directora de películas con personajes femeninos que se enfrentaban al mundo patriarcal, en Lola Casanova (1948) y La Negra Angustias (1949). Asimismo, Roberto Galvadón recurrió a ella para la edición de Macario (1960), una de las películas mexicanas más queridas por la crítica y el público en general, además de ser la primera película mexicana en ser nominada al Oscar por Mejor Película en Lengua Extranjera. Otros títulos en los que participó fueron La Perla (Emilio Fernández, 1948), Dos tipos de cuidado (Ismael Rodríguez, 1952), El niño y la niebla (Roberto Galvadón, 1953), Canasta de cuentos mexicanos (Julio Bracho, 1956), Pedro Páramo (Carlos Velo, 1967), entre muchos más.

Schoemann no se restringía de explorar cuantos estilos y géneros fílmicos fueran posibles. Su labor abarca desde melodramas rancheros y rumberas -con la cinta Yambaó (Alfredo B. Crevenna, 1957), protagonizada por Ninón Sevilla, la primer Aventurera-, hasta las comedias de René Cardona (El Santo contra Capulina, Capulina contra los vampiros) y Cantinflas (El Barrendero, El Patrullero 777).

Charles Ramírez Berg comparó la importancia del trabajo de Gloria Schoemann durante el cine de oro hasta los inicios del nuevo cine mexicano, con el de Dede Allen en el cine de Hollywood (desde 1950 hasta 2008). Su labor la convirtió en la primera mujer en ganar la Medalla Salvador Toscano en 1993, y en 2004 recibió un Ariel en reconocimiento a su trayectoria.

El legado de Schoemann perdura hasta el día de hoy. Su trabajo es silente y casi siempre pasa desapercibido, pero está presente en algunas de las películas de antaño más amadas por generaciones enteras.

Nota original en: ZOOM F7